Jugando, inventando situaciones donde la travesura y la ilimitada capacidad de armar enredos no faltan jamás, los chicos proyectan sus energías y sus emociones, y se preparan para vivir en sociedad. Los juegos son muchas veces maldades inocentes que los conectan con el mundo y los liberan de tensiones y miedos. Esto explica lo profundamente arraigadas que están algunas travesuras en las tradiciones populares, que han ido pasando de padres a hijos por siglos y siglos. En este libro hay chicos cargados de ingenio y picardía, duendes traviesos revolucionando con sus locuras una casa del pueblo, una mamá de nueve hijos ganando una insólita apuesta y animales que se engañan astutamente entre sí. Todos ellos, haciendo de las suyas en estos doce cuentos para reír con ganas.
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